Jardinería con niños: cómo afecta sus cerebros, cuerpos y almas

Jardinería con niños: cómo afecta sus cerebros, cuerpos y almas

La jardinería y los niños

Para los padres que buscan animar a sus hijos con una dieta sana y equilibrada, la jardinería puede ser una herramienta poderosa.

La jardinería no requiere un patio trasero grande o soleado. Intenta plantar en un pequeño espacio elevado o cultivar algunos comestibles en macetas.

Si no tienes mucho espacio al aire libre, algunos recipientes y tierra en un lugar soleado pueden ser una manera fácil de cultivar hierbas o algunos tomates cherry que al madurar los niños disfrutarán.

Las plantas como el zapallo italiano, los rábanos y las hierbas son bastante fáciles de cultivar sin mucho alboroto.

El beneficio es que plantar afecta no solo el cuerpo de tu hijo sino también su cerebro y alma.

 

¿Qué pasa en el cerebro?

Un estudio mostró que los niños que participaron en proyectos de jardinería obtuvieron mejores resultados en ciencias que los que no lo hicieron.

La maravilla de ver crecer un jardín puede hacer que tus hijos hagan preguntas como: ¿Por qué las plantas necesitan sol? ¿Cómo “bebe” agua la planta? ¿Por qué las lombrices son buenas para las plantas?

¡Pronto hablarás sobre la composición del suelo, la fotosíntesis y más!

Agrega un poco de matemáticas mientras trabajas en el jardín midiendo cuántas plantas crecen de una semana a otra o contando las flores en cada planta.

Complementa la experiencia de la jardinería con libros sobre plantas, viajes a un jardín botánico o un diario fotográfico de las plantas que estás cultivando.

Una vez que coseches tus productos, piensa en todas las vitaminas, minerales y fitonutrientes que desarrollarán el cerebro y cómo seguirán impulsando el desarrollo cerebral de tu hijo o hija.

Se ha demostrado que los alimentos como la espinaca, el ajo y la remolacha (que son fáciles de cultivar) ayudan con la función cognitiva y pueden brindarles a tus hijos una ventaja en su crecimiento y desarrollo.

Incluso si a los niños no les encantan los alimentos que cultivan al principio, enséñales a seguir probando y probando y entrenando sus papilas gustativas para disfrutar la generosidad de su jardín.

 

¿Qué pasa con el cuerpo?

Cuando los niños participan en la jardinería, y comen frutas y verduras, ellas tendrán un efecto positivo en su cuerpo.

A los niños les ENCANTA meter las manos y los pies en la tierra, lo que puede ir en contra del estilo de crianza moderno de mantener compulsivamente las manos y las superficies limpias y desinfectadas.

Sin embargo, considera la «hipótesis de la higiene», una teoría según la cual la falta de exposición infantil a los gérmenes en realidad aumenta la susceptibilidad del niño a enfermedades como el asma, las alergias y las enfermedades autoinmunes al suprimir el desarrollo del sistema inmunológico.

Por lo tanto, ensuciarse mientras trabaja en el jardín puede fortalecer la inmunidad y la salud general de un niño o niña.

En estos días, todos los niños podrían beneficiarse de un poco más de actividad física y del sol que obtendrán mientras trabajan en el jardín.

Actividades como mover la tierra, llevar una regadera pesada, cavar en la tierra y empujar una carretilla pueden promover las habilidades motoras gruesas y la fuerza general para tener un cuerpo más en forma.

Además, se ha demostrado que estas actividades, conocidas como «trabajo pesado», ayudan a los niños a mantener la calma y la concentración.

 

¿Qué pasa con su alma?

En esta era electrónica, los niños necesitan tiempo para una conexión familiar significativa.

El tiempo en el jardín permite la formación de equipos y promueve las habilidades de comunicación.

Planear un jardín, plantar las semillas y verlas crecer les da a los niños un sentido de propósito y responsabilidad.

Asegurarse de que las plantas reciban suficiente fertilizante, agua y sol fomenta la atención plena.

Los conceptos aprendidos durante la jardinería, como el compostaje de restos de comida para fertilizante o el uso de agua de lluvia recolectada, pueden mostrar a los niños un profundo respeto y responsabilidad por cuidar nuestro planeta.

Además, los estudios muestran que cuando los niños tienen contacto con la tierra durante actividades como cavar y plantar, tienen un mejor estado de ánimo, mejores experiencias de aprendizaje y menor ansiedad.

Lo que es más importante, la autoestima que un niño obtiene al comer un pepino perfecto que él mismo cultivó no tiene precio.

 

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